A Caicedonia le dicen ‘el mejor vividero del mundo’ y aunque suene exagerado, para muchos de sus habitantes es apenas lógico. Listado de motivos para viajar dos horas y media, a uno de los extremos más al oriente del departamento.
A Caicedonia le dicen ‘la centinela del Valle’ porque queda bien al extremo oriente del mapa, por encima de Sevilla, y desde sus montañas se puede divisar gran parte del departamento. Pero también le dicen ‘el mejor vividero del mundo’ por razones que igualmente saltan a la vista: ningún pueblo tiene las calles más amplias que ese. Y como pocos, ese tiene la suerte de que por sus calles no haya motorratones.
Todo queda cerca, dice Carlos Arrubla, un muchacho de 33 años que trabaja en la Alcaldía y se declara enamorado de vivir ahí: “Usted pregunta por una dirección y no le responden sino que lo llevan. A la gente que viene de visita le encanta la arquitectura. Y en las fiestas patronales se hace el festival de rock Taiquenaju, que ahora en su tercera versión convocó a diez mil personas…” Las calles del pueblo son tan amplias, que allí también hacen un concurso nacional del bolero, este año planeado para sonar entre el 4 y 6 de noviembre.
Carlos dice que lo otro que está lindo es que es que todo es muy barato. Por un apartamento de tres cuartos, dos baños y patio, él paga 400 mil pesos de alquiler. Y una carrera de taxi hasta la esquina más alejada del casco urbano, vale siempre lo mismo: tres mil pesos. En la vereda Bosque Bajo, José Vicente Delgadillo, el administrador de la finca La Tribuna, cuenta que por esos lados la tierra se da tan buena que él no conoce de algo que haya echado a sembrar y no haya reventado maduro. Caicedonia históricamente ha sido cafetera pero a sus alrededores cosechan plátanos y cítricos. En La Tribuna, José Vicente ha sembrado aguacate, banano, caña, maíz y unos zapallos que por estos días brotan inmensos en los bajos de la finca. Inmensos: si alguien quisiera llevar un par y transportarlos enteros en un avión, no los podría acomodar en el portaequipajes. Primero el avión llegaría a la China. Así que mientras en otras partes del mundo la comida está por las nubes, allí, como hay tanta y se da tan buena, se mantiene barata.
Caicedonia tienen su plato típico, el Pollo a la Carreta, que es una invención con cuarenta años de historia que se cocinó en un afán para atender la visita de un Gobernador del Valle y su comitiva. Entonces le encargaron el almuerzo a una señora que lo preparó lo más de rico: cocinó pollo que luego puso al carbón; en el caldo del pollo hirvió arroz, papas y yucas. Y el arroz, cuando estuvo listo, lo alegró revolviéndolo con hogao junto a las vísceras bien picadas. Su idea era acompañarlo con las presas asadas, pero resulta que a la señora se le olvidó llevar en qué servir las viandas y toda la comida terminó dispuesta en una carreta para transportar material de construcción que alguien encontró por ahí. La forraron con hojas de plátano, la pusieron en el centro y en esas mismas hojas le entregaron las porciones a cada comensal. Y todo el mundo feliz, chupándose los dedos.